Huamantla: tierra que habla

*Una tierra de historia y tradición. Corre a través de sus venas soterradas el mestizaje de un estado y un país; Huamantla es una tierra que nos habla de ella, pero también de nosotros mismos

Édgar Ávila Pérez

Huamantla, Tlax.- Sumergirse a las profundidades de esta tierra es adentrarse a un mundo de contrastes, con una antigua nación otomíe y náhuatl, una arraigada cultura ibérica reflejada en el arte taurino y una fe inquebrantable en honor a la Virgen de la Caridad.

Conforme se avanza por las claridosas calles que llevan al Centro Histórico de Huamantla, uno de los Pueblos Mágicos de mayor carácter de Tlaxcala, aparece la belleza de una arquitectura de estilo francés, surge la singular destreza titiritera y un sorprendente arte de los tapetes de aserrín.

Conocida en la lengua madre como un “Lugar de árboles formados o juntos”, es un sitio que echa raíces a través de sus haciendas y ermitas, con sus festejos populares que marcaron a toda una región y con un pasado portentoso reflejado en su Códice de Huamantla, considerado el más grande del mundo y uno de los pocos documentos de la cultura otomí conocidos hasta ahora.

A dos mil 400 metros sobre el nivel del mar y enclavado en el poderoso Parque Nacional La Malinche, su gente rinde tributo a su fe católica y a su fundación en Aquel 1534 por instrucciones de Antonio de Mendoza, bajo el nombre de San Luis Huamantla.

Su devoción a la Virgen de la Caridad ha roto fronteras con el tapete de arte efímero más largo del mundo con tres mil 932 metros, enmarcado en la Feria Internacional del Arte Efímero y la Dalia que se celebra en el mes de agosto, cuyo cénit es la llamada “Noche que nadie duerme”, donde vecinos y artesanos  se unen para adornar las calles con tapetes de aserrín multicolores y con flores.

Y con ese pasado español acuestas, reflejado en la Basílica de la Virgen de la Caridad, su Convento Franciscano y su templo, ex Convento y Parroquia de San Luis Obispo, también se rinde tributo al mundo de lidiar toros, una afición en extinción en todo el mundo. El pasado y presente gráfico, artístico e histórico de la tauromaquia se preserva en dos imponentes lugares: una plaza de toros y un museo iconográfico.

La plaza de toros “La Taurina” con sus cuatro mil espacios para espectadores; y el Museo Taurino de Huamantla “Miguel Corona Medina”, albergan carteles de corridas, trajes de luces, muletas, óleos, banderillas, esculturas de bronce, fotografías y objetos personales de toreros.

Con el paso de los años, Huamantla se convirtió en el centro de devoción de una de las artes infantiles más destacadas: los títeres. Suman más de dos mil 500 figuras inmóviles en un edificio del siglo XVIII, que alberga el Museo Nacional del Títere, el más grande de México en su tipo.

Internarse a ese espacio es ver cara a cara títeres y muñecos de los hermanos Rosete Aranda, famosos titiriteros del siglo XIX, así como marionetas de países tan diversos como España, Francia, Alemania, Italia, Indonesia, Japón, China, Pakistán, República Checa, Argentina, Venezuela, Colombia y Estados Unidos.

Los muéganos humantlecos, esas galletas preparadas con piloncillo y agua de anís; sus helados de variados sabores y su pulque, son solo un ejemplo de lo que ofrece para el estómago y el alma.

 

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